En la cultura japonesa perviven hábitos simples y placenteros que resaltan la importancia del contacto con la naturaleza para el bienestar personal. Este mes se celebró “midorinohi” (緑の日), dedicada a la contemplación de la naturaleza, del verde. Desde 1989 hasta 2006 se celebró cada 29 de Abril junto con la conmemoración del cumpleaños del Emperador Hirohito (Shōwa), padre del actual emperador, que amaba las plantas. A partir de 2007 pasó a tener su propio día, el 4 de Mayo, para acoplarse a otros feriados que integran la semana festiva del “Golden Week”. El sentido es el mismo: conectarse con el mundo natural y agradecer sus bendiciones.
El beneficio no es solo estético sino también una cuestión de salud integral. Por ejemplo, la palabra “shinrinyoku” (森林浴) significa literalmente “baño de bosque” y refiere a que andar entre el follaje ayuda a “lavar” los malos pensamientos, cuidar el buen ánimo y encontrar paz espiritual. Créase o no, hace poco se halló una explicación científica para esto. Resulta que los árboles liberan al aire unas sustancias insecticidas y antioxidantes que, al ser “respiradas” durante una caminata o un campamento, por ejemplo, contribuyen a disminuir el stress, armonizar la presión sanguínea y fortalecer el sistema inmunológico.
Si no hay un bosque cerca, eso no es excusa. En la ciudad se puede disfrutrar del “hanami” (花見). En esta época, entre fines de marzo y principios de mayo (plena primavera en el hemisferio norte) la gente colma las plazas para disfrutar de la floración del sakura (cerezo, símbolo nacional) y del umé (ciruelo japonés). El marco es ideal para pic-nics en familia o con amigos, de día o de noche, bajo frondosas copas blancas o rosadas.
Sin dudas es una sana costumbre japonesa que podríamos a aprovechar aquí. Respirar profundo, ver la belleza en lo simple, lo natural, valorar el entorno y cuidarlo porque es cuidarnos a nosotros mismos.
Imagen de Pelican Travel.
Foto de Nick Tanaka.
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