En la Argentina, desde 1901, cada 29 de agosto se celebra el Día del Árbol para tomar conciencia de la importancia que tienen los árboles para el equilibrio ecológico. Hoy vamos a hablar del “Kiri”: una especie particular de Japón que se está estudiando para mitigar el calentamiento global.
Cuando hablamos de ecología solemos relacionarlo con un árbol, porque purifica el aire, nos da reparo cuando hay mucho viento, nos da sombra y es un eslabón fundamental para el ciclo del agua. Además nos da madera, alimentos, medicinas, y muchas historias y buenos momentos.
El árbol Kiri es particularmente ecológico porque puede absorber 10 veces más dióxido de carbono, que es uno de los gases de efecto invernadero que agravan el cambio climático global. Sus hojas son grandes y pueden tener hasta 40 centímetros de diámetro, lo que permite la amplia captación del dióxido de carbono y su transformación en oxígeno.
El Kiri crece con gran rapidez y puede alcanzar los 27 metros de altura en pocos años. Otra característica favorable es que no necesita un suelo muy fértil, sobrevive con agua contaminada e incluso purifica la tierra con sus hojas que sirven de abono, aportando nitrógeno. A su vez, sus raíces sostienen el suelo y previenen la erosión.
Por eso, el Kiri suele ser lo primero que se planta en un lugar, para propiciar el cultivo de otras especies. Pero eso no es todo. El Kiri sobrevive al fuego, esto es porque sus raíces se regeneran rápidamente y puede vivir hasta 200 años. Qué puede matarlo entonces: el frío y la poca luz solar.
El Kiri también se conoce como “Árbol Emperatriz” y es originario de gran parte de Asia pero se difundió a Occidente a través de Japón. Era tradición que cuando nacía una hija, el padre plantaba dos Kiri, no solo por la belleza de sus flores sino para que cuando la hija se casara pudiese usar su madera para construir sus muebles. Aún hoy los muebles de Kiri son muy valorados.
En la Argentina hay un grupo que se llama “Sembrando nuestro futuro” que promueve la plantación de Kiri en lugares públicos estratégicos de Córdoba. Lo mismo está pasando en Texas, Estados Unidos, por todas estas cualidades que mencionamos del Kiri.
De todas formas, para que sea ecológico no se tiene que convertir en un monocultivo, en una plaga. Está bueno que esté pero siempre en convivencia con otras especies porque la riqueza de la naturaleza está en la diversidad biológica.
Foto de El Mañana de Méjico, sobre el proyecto de plantación de Kiri en Texas.
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