El lunes 3 de diciembre es el Día internacional del No uso de Pesticidas y hay un método de cultivo que va acorde a esta idea. Fue ideado por Masanobu Fukuoka y su técnica consiste en desperdigar bolas de tierra que tienen una variedad de semillas.
Como los niños que amasamos bolitas de barro o arena húmeda, jugando a ser un artesano, un inventor o una mamá que preparaba la comida -en nuestro caso onigiri (bollos de arroz)- el agricultor, biólogo y filósofo japonés Masanobu Fukuoka (1913-2008) aplicó esta técnica en sus campos, en la prefectura de Ehime en la isla de Shikoku, obteniendo importantes cosechas, tanto en cantidad como en calidad.
El método Fukuoka se basa en la concepción filosófica del Wu Wei (en chino es “no acción”) que entiende al ser humano como parte integrada a la naturaleza, con lo cual cuidarla es también cuidarse a sí mismo, a la vez que promueve una manera armoniosa de hacer las cosas, sin forzarlas.
En japonés, Nendo significa arcilla y Dango, bollo. Entonces son bolas de tierra negra y arcilla (para evitar que insectos, aves o ratones se coman las semillas que están dentro) y la lluvia se filtra y activa la germinación. Lo interesante es que cada bollo tiene semillas de diversas plantas según el cultivo deseado y combina especies que se complementan entre sí. Por ejemplo, el trébol suele crecer más rápido, genera una cobertura protectora de los brotes más tiernos, evita que crezcan otras hierbas y aporta nitrógeno al suelo. En el caso de las aromáticas, éstas suelen repeler las plagas.
El índice de germinación es 10 veces mayor que con la siembra convencional con máquinas. Además las plantas se adaptan mejor al ambiente, lo que las hace más saludables y sus frutos son más suculentos.
Así, Fukuoka recibió un Premio Ramón Magsaysay en 1988 –equiparable al Nobel– y el reconocimiento de personas y comunidades de todo el mundo que desean adoptar una forma de vida más equilibrada con el ambiente.
Este método se utilizó exitosamente en Grecia y Somalía para reverdecer zonas erosionadas, a partir de la reimplantación de árboles propios del lugar o especies cuyas raíces absorben agua del subsuelo y la llevan a la superficie. La iniciativa no requirió ninguna inversión sofisticada y por el otro lado convocó una alta participación de los pobladores para quienes reunirse, preparar la tierra, amasar las semillas y sembrar los nendo dango, todos juntos, resultó ser una actividad comunitaria muy enriquecedora.
En la Argentina lo llevan adelante los promotores de la Permacultura, en huertas orgánicas en Cañuelas, Navarro o en Traslasierra, Córdoba. En la Ciudad hay un grupo que se llama Articultores que arrojan estas “bombas” de semillas en los espacios verdes públicos y maceteros abandonados. Para que la vida germine naturalmente.
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