El Management Japonés se suele asociar al sistema de Calidad Total de Toyota, a una ética Samurai de los Negocios, al método Kaizen de mejora continua o a las “5S” que son Seiri, Seiton, Seiso, Seiketsu y Shitsuke que significan clasificar, organizar, limpiar, estandarizar y tener autodisciplina. En el eje ambiental se trata un poco de todo eso, sumado a criterios de eficiencia, cuidado ecológico e inclusión social.
En la Argentina, las empresas suelen tener un área de “Acciones con la Comunidad” o de “Responsabilidad Social Empresaria”. Por allí canalizan estas acciones ambientales que pueden ser donar dinero para una ONG ecologista, patrocinar un concurso u olimpíadas ambientales, organizar una plantación de árboles, entre otras actividades donde comparten tareas tanto los empleados y sus familias, como los vecinos del barrio donde se haga la acción.
Éstas son acciones más bien hacia afuera de la empresa para cuidar las relaciones con el municipio, los medios de comunicación, las escuelas, otras instituciones barriales y, desde ya, también con sus propios empleados.
Lo que aporta el Management Japonés en materia ambiental es una serie de medidas hacia el interior de los propios procesos de producción de la empresa. Cuidar el ambiente tiene que ver con hacer un uso más eficiente de los recursos naturales, económicos y humanos; generar menos residuos y reciclar más; y considerar que el beneficio propio no puede ser a costa de los demás sino en conjunto con la sociedad.
Al principio requiere de una inversión para desarrollar nuevas tecnologías o procedimientos, pero luego es más beneficioso en términos económicos, ecológicos y sociales.
Ejemplos hay: cuando se lanza un producto, se piensa desde el diseño qué pasará con ese producto cuando se deje de usar. Entonces de pensar en el producto “de la cuna a la tumba” se piensa “de la cuna a la cuna”, en una visión cíclica en vez de lineal.
Otro caso, bien cercano tiene que ver con las obras del Metrobus en la Av. 9 de Julio. Algunos dijeron que con la fuerte lluvia de ayer, la avenida se inundó porque sacaron o “mutilaron” los árboles que antes absorbían el agua. Justo el fin de semana, salió una entrevista en Tiempo Argentino al paisajista japonés Yasuo Inomata que vive en Escobar y que 20 años atrás hizo el transplante exitoso de 1.100 árboles por la ampliación de la Panamericana, y lo hizo con una técnica japonesa que se llama Tarumaki.
El Tarumaki probablemente demande más mano de obra y tiempo, pero esto significa fuentes de trabajo digno y trabajadores conscientes, y garantiza que los árboles sobrevivan saludablemente y sigan brindando sus servicios ambientales.
Imagen de Stanford University.
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