Las medidas se coordinan con los gobiernos municipales, la universidad provincial y los productores agrarios, con el apoyo de la Agencia para la Reconstrucción de Tohoku. Los trabajos abarcan tres ejes: descontaminar el suelo, cultivar de manera controlada y examinar cada producto antes de su comercialización.
Así, primero miden constantemente la radiactividad en el suelo, remueven la capa superficial de la tierra, limpian los árboles con hidrolavadoras y utilizan fertilizantes a base de potasio y otros componentes que hacen que las plantas no absorban los contaminantes a través de las raíces.
A partir de esos controles iniciales, se hace un planeamiento territorial donde los productores agrarios deciden en asamblea qué y dónde cultivar. También, hay desarrollos pilotos de cultivos sin tierra, con la técnica de hidroponia y en invernaderos altamente tecnologizados.
Controles en cada paquete de arroz. |
Todas estas medidas de seguridad garantizan la inocuidad de los alimentos producidos en Fukushima. Incluso, el arroz orgánico y el sake que se producen allí tienen reconocimiento internacional y nacional por su sabor y su calidad nutricional. Sin embargo, todos los esfuerzos técnicos, productivos, económicos y comunicacionales aspiran a recuperar algo más difícil y no por eso menos importante, que es la confianza en los alimentos.
Esta estrategia no solo apunta a revitalizar la prefectura afectada sino también a la región de Tohoku y al propio gobierno de Japón, que busca diferenciarse del fantasma de Chernobyl que cumple 30 años y se prepara para recibir al G7 con la bandera por un mundo libre de armas nucleares.
Fotos: gentileza de Fukushima Kenjinkai Argentina.
Ver también:
Se renueva el riesgo nuclear en Japón (ComAmbiental. 21/4/2016)
Highlighting Japan. (Marzo 2016).
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